miércoles, 5 de agosto de 2009

Confesiones

Miro al cielo y busco una razón para vivir,
pero me doy cuenta que allí no la voy a encontrar.
Pasan las horas y me doy cuenta de que perderte
es realmente una de las cosas más dolorosas.

Miro hacia el mar y encuentro el brillo de tus ojos
reflejado en cada ola, en cada espuma, en cada gota.
Es difícil estar alejado de tu presencia y tu energía,
esa que hace que mi alma vibre y que mi mundo cambie.

El tiempo, ¿realmente qué es el tiempo? Es algo relativo,
es un instante en el que el mundo deja de ser mundo.
Confieso que estando contigo el tiempo no importa,
lo que realmente importa es tu presencia, tu perfume.

Confieso que duele tu ausencia porque duele demasiado,
y yo que pensé que la carga sería ligera y grata.
Me gustas más de lo que te imaginas y más de lo que quisiera,
pero aun así, confieso que me alegra que eso suceda.

Tengo una confesión que hacerte: me fascina tu presencia,
¿podrías por favor compartirla más seguido conmigo?
Sólo quiero escuchar tu voz una vez más, mirar tus ojos
y sumergirme en tu sonrisa, vivir en tu alma y en tu recuerdo.

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