miércoles, 5 de agosto de 2009

Historia de Amor en Cuatro Actos

PRELUDIO

La primera vez que te vi, tu rostro estaba iluminado por una bella sonrisa. Decidí entonces ver más allá y me fijé en tus ojos, profundos como el mar, azules como el cielo y brillantes como el más fino de los diamantes y fue allí en donde me di cuenta de la maravillosa alma que guarda tu cuerpo y desde entonces me propuse conocerte para poder sumergirme en tus ojos, quedarme en tu recuerdo y habitar tu alma; pero, ¿por donde debía empezar?

PRIMER ACTO

Largas horas estuve meditando la manera más sencilla para acercarme a ti. Opté por hacerlo personalmente; varias veces lo intenté, pero mi extremada timidez y tu dolorosa indiferencia opacaron mis esfuerzos; fue mi primera derrota, pero no me di por vencido. Decidí enviarte bellos unicornios blancos, algunos caballitos alados y unos pocos delfines de colores. Por sólo unos días te fijaste en mí, pero me di cuenta que con grandes acciones no iba a lograr nada; aún no me daba por vencido. Fue en este momento cuando me di cuenta que dejando volar la infinidad de mariposas multicolores que estaba guardando, tus ojos se encontrarían con los míos; aquellos pequeños detalles lograron romper tu indiferencia y acabar con mi timidez y, por primera vez, nuestras almas se acercaron.

SEGUNDO ACTO

Los días pasaban y nosotros nos acercábamos cada vez más. Al principio las cosas no fueron fáciles; aunque logré sumergirme en tus ojos y las horas contigo eran más largas, tú te mantenías a la defensiva. Tuve que jugarme el todo por el todo y fue entonces cuando me mostré sin máscaras, de la forma más cristalina posible y tú me abriste las puertas de la amistad verdadera; luego de esto, compartimos momentos maravillosos, crecimos y maduramos juntos, nos complementamos mutuamente y nos convertimos en confidentes, en los mejores amigos del mundo.

TERCER ACTO


Fuiste tú quien dio el primer paso. Me mandaste un pequeño duende de chocolate el cual me platicó durante largas horas sobre lo que guardaba tu corazón y tu alma sobre mí. Luego te mandé una pequeña ardilla de caramelo a la que recibiste con tu corazón abierto y fue así como me quedé en tu recuerdo y comencé a luchar para poder habitar tu alma. Juntos, durante este tiempo, recorrimos vastas llanuras sembradas de hermosas flores de millones de colores y todo parecía perfecto, andábamos felices y nuestro sentimiento crecía; pero no todo tiene momentos de éxtasis, también tuvimos que atravesar hondos abismos y caminos oscuros sembrados con millones de espinas y fue en esos momentos cuando más cerca te sentí y me mostraste tu corazón y lo que él guardaba y así me convenciste para dar el último paso.

CUARTO ACTO

Aquel día en que decidí habitar tu alma, te invité a comer helado, yo sabía que te encantaba el de chocolate. Luego salimos a comer. Cuando llegamos nos sentamos y te miré fijamente a los ojos y te dije lo bella que estabas, tú me sonreíste y me tomaste de la mano. Bajé la mirada y te entregué mi corazón, tú lo tomaste y lo guardaste en tu alma, me abrazaste y me besaste. Desde entonces habito dentro de ti y tú dentro de mí. Somos uno sólo, vivimos el uno para el otro. Te amo y eso es todo.

FIN

No hay comentarios:

Publicar un comentario