miércoles, 5 de agosto de 2009

Tarde de Luna

Y allí la vi. Estaba parada mirando hacia el horizonte. La brisa acariciaba su cabello y lo hacía bailar sobre sus hombros. La tarde caía sobre el mar y el sol besaba las olas preparándose para ir a dormir. Llevaba puesto aquel vestido que cubría juguetonamente su diminuto bikini y que la hacía ver infinitamente bella. Yo me quedé parado contemplándola durante un largo rato. Grababa en mi memoria cada movimiento que ella hacía y éstos me parecían diferentes, nuevos y sublimes.

Luego de este momento de catarsis, me acerqué a ella y le dije con voz suave – ¿esperas a alguien? – Ella, en ese momento, se dio vuelta y allí me vio, una sonrisa se dibujó en sus labios haciendo brillar su rostro. Me miraba fijamente a los ojos con esa mirada que desarma a cualquiera y que llena todo vacío. No sabía si besarla, abrazarla o simplemente seguirla contemplando. Ella me dijo, acercando sus labios a mi oído y con un hilo de voz – si, te esperaba a ti y aquí estás. Gracias por venir. – Yo le respondí – vine tan pronto colgaste. ¿Qué puedo hacer por ti? – Me temblaba la voz y movía las manos nerviosamente. Ella, al verme tan inquieto, me abrazó. Al principio no supe qué hacer, ella me gustaba mucho y ya varias veces se lo había hecho saber, pero esta era la primera vez que ella me demostraba que yo también le interesaba. Me dejó mudo por unos pocos segundos, luego hundí mi cabeza en su hombro, la rodeé con mis brazos fuertemente y me dejé transportar hasta su mundo. Tomó mi rostro entre sus delicadas manos, acercó sus labios a los míos y me regaló un beso celestial, perfecto. Luego de unos minutos que parecieron una eternidad lo entendí todo incluso antes de que ella dijera esas palabras que nunca voy a olvidar – te pedí que vinieras porque tengo algo muy importante para decirte. – La miré a esos ojos como diamantes y le dije – claro, te escucho – se arregló el cabello detrás de las orejas, me miró fijamente y con voz clara, fuerte y casi en un grito me dijo – Te amo desde el primer día en que te vi. Pensé que no te volvería a ver después, pero te encuentro aquí y no pude creerlo. Quiero amarte hasta morir, quiero amarte hasta la eternidad y más allá – yo me quedé con los ojos muy abiertos, la tomé de las manos, la cerqué a mí y le dije al oído – Yo también te amo, también te amo desde esa primera vez que te vi y tu rostro quedó grabado en mi alma. Estoy dispuesto a entregarte mi alma, mi cuerpo y mi corazón porque voy a amarte hasta el final de los tiempos – Después de esto, la amé hasta que ya no me quedaron fuerzas para amarla más. Después de esto, ella me amó hasta que dio su último respiro.

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