miércoles, 5 de agosto de 2009

Deseos

Cuando él miró al cielo y vio aparecer una estrella fugaz, cerró los ojos y pidió un deseo con todas las fuerzas de su ser: - Dios mío, envíame un ángel con quien compartir esta mortalidad. - Al cabo de un tiempo, volvió a abrir los ojos y al hacerlo la vio allí de pie, tan hermosa como siempre y aunque la conocía de toda la vida y eran los mejores amigos, esta vez la vio de una forma diferente.

Se acercó a ella. Sus ojos parecían brillar de una forma distinta, más vivos, más emotivos, más alegres. La tomó de las manos y ella se acercó para abrazarlo, así estuvieron varios minutos, abrazados, sintiéndose el uno al otro y traspasándose su energía.

Fue en ese mágico momento cuando él comprendió todo. Fue en ese misterioso momento cuando ella entendió lo que le sucedía. Se amaban profundamente. Se desprendieron del abrazo, él acarició su rostro, acerco el suyo y la besó en los labios. Un beso tierno, romántico. Luego él miró al cielo y gritó: - Gracias Dios mío. - Ella lo miró al él, sonrió y dijo: - Gracias Padre mío. - El bajó de nuevo los ojos y se quedó contemplándola un poco extrañado por lo que ella dijo, porque lo que él no sabe es que cuando ella vio la misma estrella fugaz dijo: - Padre, renuncio a estas alas y a esta inmortalidad porque amo a un mortal – se volteó, lo miró a él y dijo de nuevo: - Lo amo a él. –

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